domingo, 23 de noviembre de 2008

Confesiones de una estrella

Cocina de restaurante © Xavier Landa/gourmet-image

Queridos amig@s:

Los tiempos cambian y las cocinas evolucionan, se transforman, regresan al punto de
partida. Para mí que tantas veces he cambiado de prisma para mirar con otros ojos,
desde otros lugares, con otras especias, con otras compañías, la Cocina sigue
significando un lugar íntimo donde me rodeo de buenos amig@s, compañer@s que
saben tocar la misma partitura, significa construcción, significa confiar en mí aunque las modas se apunten a otras suertes, en definitiva es el lugar en torno al que ha ido
fluyendo toda mi vida.

La noticia de la concesión de una Estrella Michelín me llega y de inmediato se
convierte en la alegría de todos vosotros, los que pasáis por mi casa y mi cocina, los
que habéis vivido en los dos sitios. Para mi una Estrella es el resultado de un trabajo
en equipo, un reconocimiento que no puede dejarme indiferente porque es
satisfacción de un proyecto entendido y una ocasión para tentaros e invitaros a esta
locura deliciosa que es para mi la Gastronomía.

Y mañana me levantaré como siempre, escuchando música celta en la ducha.
Caminaré con la cara helada hasta el metro por el parque y pensaré en la nueva carta.
No puedo estar más agradecido, todos los días elegiría ser cocinero y aunque las
travesías no siempre han sido sobre terreno llano he compartido lo mejor de mi
experiencia con vosotros después de crecer entre fogones, viajando y quedándome
en Madrid, solitario y enamorado, lleno de deseos y rodeado de amig@s.

A todos los que os sentís aludidos, Gracias, hoy también he sido afortunado.


Andrés Madrigal García

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